lunes, 10 de mayo de 2021

Aislamiento y soledad de las personas mayores

 



El 22% de las personas mayores viven solas, casi dos millones, de las cuales dos terceras partes son mujeres. Para la OMS la soledad no deseada es uno de los mayores riesgos para el deterioro de la salud y un factor determinante para la entrada en situación de dependencia.

Las personas mayores

La esperanza de vida al cumplir los 65 años ha ido aumentando en la última década, hasta el punto que hoy una persona de 65 años cuenta con una expectativa de vida de más de 22 años.

En España hay actualmente 9.218.000 personas mayores, en torno al 19,4%. En la Comunidad de Madrid la tendencia también se acrecienta, contando con una población 1.208.738 que rebasan los 65 años. Las personas mayores de 65 años representan en torno al 18%, en tanto que las que superan los 80 años rebasan el 5%.

Pero las previsiones estiman que en 2029 se alcance el 23 % del total de la población de nuestra Comunidad.

Por sexos, la proporción de hombres ha disminuido del 48,12% al 47,96%, en tanto la de mujeres ha aumentado del 51,88 % en el 2000 al 52,04 % en el año 2020, si bien la tendencia puede que vaya hacia la convergencia en los últimos años.

Su estado de salud

La salud, en tanto que conjunto de condiciones que posibilita la independencia, es la llave o el medio para envejecer activamente. Hoy se sabe que el aislamiento y soledad son dos de los factores con más repercusiones en la salud de las personas de edad avanzada y que más contribuyen a su perfil como pacientes.

En las últimas décadas se ha triplicado la asistencia y utilización del sistema sanitario por los usuarios, con especial significación por parte del paciente mayor.

En Atención Primaria cerca de 94% de la población madrileña de más de 64 años, fue atendida en las consultas de Atención Primaria, al menos una vez, pero predominando la hiperfrecuentación.

En Atención Especializada el incremento de la atención es asignable también en buena medida a las personas mayores: el 38% de las altas del sistema. Pero, lo más significativo es que, en solo 8 años, las tasas de altas hospitalarias en mayores de 64 años habían aumentado un 32%.

Su situación con respecto a la autonomía y la dependencia

Si bien estos dos parámetros afectan a la población en todos sus estratos, es en este nivel de edad donde se hace más patente. Un 32,5% de las mujeres mayores reconocen limitaciones por el 23,7% de los hombres. De ellas, un 28,7% lo son para las actividades básicas e instrumentales de la vida diaria.

El perfil de la persona que solicita ayuda al Sistema de Autonomía y Ayuda a la Dependencia (SAAD) se corresponde mayoritariamente con personas que superan los 65 años de edad (76%) y, sobre todo, mayores de 80 años que suponen el 59% del total.

Ni que decir tiene que existe una correlación entre esta situación y el estatus económico, con un perfil de poder adquisitivo sumamente débil, donde la pensión media de jubilación ha estado en torno a los 1.017 euros y la de viudedad en los 630 euros.


El aislamiento y soledad como factores predisponentes

Para la Organización Mundial de la Salud (OMS) la soledad no deseada constituye uno de los mayores factores de riesgo para el deterioro de la salud, y por extensión un factor determinante que favorece la entrada de estas personas en situaciones de dependencia.

Según el Informe mundial sobre el envejecimiento y la salud, publicado por la OMS,  el aislamiento y la soledad se consideran hoy responsables en primer grado del estado de salud, autonomía y, por añadidura, del uso de recursos sanitarios. 

Como ya apuntaba al inicio, en nuestro país, el 22% de todas las personas mayores viven solas, casi dos millones de personas, de los cuales dos terceras partes son mujeres.

Si analizamos cómo viven las personas de 65 y más años en la Comunidad de Madrid, llama la atención la diferencia significativa en la forma de convivencia entre los hombres y las mujeres. Mientras que el 78 % de los hombres viven con su cónyuge, cuando nos referimos a las mujeres tan solo son el 46 %.

Entre las personas que viven solas, el 12% se trata de los hombres y en cambio en las mujeres llega al 30 %. Una realidad cada vez más agravada en ambos casos, tanto en el aspecto cuantitativo (número de personas) como cualitativo (sensación de soledad o sentirse solos).

Un factor que contribuye también al aislamiento es el uso de las tecnologías, que es bastante deficitario y que refuerza esa situación:

El Estudio 3057 del CIS revela que el teléfono móvil es, con diferencia, el aparato tecnológico más utilizado, el 61% de los encuestados lo cree bastante o muy necesario.

En cuanto a las demás tecnologías, aunque se ve una lenta proyección positiva, su uso actual es todavía muy reducido. Solo el 31% ve necesario el ordenador personal y la conexión a Internet y el 22%  menciona el correo electrónico y los servicios de mensajería instantánea (WhatsApp, Line, Telegram, Snapchat, etc.), por citar algunos ejemplos. 


Algunas ideas para avanzar

En la línea planteada por expertos como el Programa de Actividades Preventivas  y Promoción de la Salud (PAPPS) parece necesario seguir investigando en torno a un fenómeno que afecta a cada vez más personas y con cada vez más potencia y del que todavía no se conocen todos sus perfiles.

En concreto cabría poner el acento en las siguientes líneas:

 a)    Profundizar en los discursos de las personas mayores sobre los factores que influyen su participación en la vida comunitaria (relacionarse con otras personas, asociarse, estar presente en la vida de la comunidad).

b)    Analizar los factores que influyen en el mayor o menor seguimiento de estilos de vida saludables que faciliten una mayor autonomía.

c)    Recoger la percepción de los profesionales de atención primaria y centros de mayores respecto a la situación de los mayores con los que trabajan.

d)    Identificar propuestas para fomentar la integración y la participación social de las personas mayores desde la promoción de la salud y la atención primaria.

Todo ello, sin olvidar que, aunque se les tienda a identificar como un colectivo de características comunes, presentan sin embargo sensibles diferencias, como son la edad, régimen de convivencia y nivel social, entre otros.

José Antonio Pinto Fontanillo. Área del Envejecimiento. Salud Pública.

 

 

 

 

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