Conocemos de ante mano que el estado de salud
individual o colectiva de una población es el resultado de múltiples factores
relacionados de forma compleja, en los que intervienen entre otros
el medio ambiente, la herencia, los usos y costumbres, la cultura, los
sistemas de salud y las diversas estructuras de organización social de las
personas y los colectivos.
Desde este enfoque multifactorial y dinámico, las
personas y los grupos de personas no son elementos pasivos del proceso
salud-enfermedad, sino genuinos y principales protagonistas de su estado de
salud.
De acuerdo con lo anterior, se reconoce la necesidad
de que los gobiernos diseñen sistemas de salud sólidos y eficientes para
mantener y mejorar el grado de salud de los ciudadanos permitiendo a su vez a
la población una adecuada y visible participación en la organización y
estructuración de los recursos que conforman los sistemas sanitarios, que
asegure unas respuestas eficaces, oportunas y socialmente factibles a las
necesidad de salud de la población.
En el ámbito europeo se han identificado diversos
retos de los sistemas de salud para hacer frente a las demandas sanitarias que
incluyen, además de los tradicionales, la necesidad de la equidad de
género para solucionar los problemas de salud, el envejecimiento de la
población, las adicciones, una prevalencia creciente y sostenida de
enfermedades crónicas y degenerativas, la mayor visibilidad de las llamadas
enfermedades raras, los problemas de salud importados por poblaciones migrantes
y desplazados y el aumento en la prevalencia de los problemas de salud mental y
emocional.
Estos retos, como manifestación real de la
multicausalidad y complejidad del origen de los problemas de salud, requieren
de soluciones creativas y con enfoques no tradicionales que involucren
respuestas desde la diversidad de la ecología social.
Es por esto que la Organización
Mundial de la Salud Europa ha recomendado a los gobiernos europeos que se
estimule de forma sostenida la participación social y comunitaria como parte
fundamental de la respuesta de los sistemas sanitarios a las demandas de salud de
la población.
La participación social tiene muchas formas o
facetas de manifestación en los sistemas de salud: primero, como parte
importante en la planificación de los sistemas, segundo, en la vigilancia y
control de los ejecutores y muy importante en la prestación de los servicios,
cuando una participación adecuadamente organizada y empoderada es capaz de
actuar complementariamente a la organización formal de la prestación de los
servicios de salud.
En este punto es cuando cabe destacar lo que se
llama o define como Ayuda Mutua, entendida como un proceso protagonizado por la
población la cual se organiza en grupos o asociaciones para apoyarse entre sí y
tiene cabida a través de todo el proceso de atención desde la prevención
primaria hasta la rehabilitación o prevención terciaria.
La Ayuda Mutua se estructura para brindar apoyo
cercano cuando aparece o se padece una enfermedad. Todas las personas adoptan
diferentes e insustituibles formas de auto atención y ayuda entre iguales, así
como la participación directa de éstas en las asociaciones.
Los procesos asistenciales ni comienzan ni acaban en
el sistema sanitario. El cuidado de la salud no es patrimonio del sistema
sanitario formal y sus profesionales. La población antes de recibir atención en
los centros sanitarios, durante y después, protagoniza procesos de auto
atención y ayuda mutua entre iguales, complementarios a los procesos de
asistencia formal. Lejos de suponer un problema, constituyen todo un potencial
de promoción de la salud que es preciso apoyar e incentivar. Portal
Salud de la Comunidad de Madrid.
Entre iguales, tiene lugar una comunicación de tipo
bio-psico-social inmejorable e insustituible por la atención sanitaria formal; generalmente, cuando los afectados por algún
problema de salud requieren de consejos, apoyo emocional y respuestas a sus
propias necesidades y tienen en común circunstancias o características de vida
entre personas, familia, amigos, compañeros de trabajo, vecinos o grupos de
iguales, en estos casos por la patología dada, con frecuencia se dirigen a las
Asociaciones de Pacientes.
Cada vez son más las personas que se asocian. En
caso de convivir con una enfermedad
crónica o incapacitarte, sean jóvenes, adultos o ancianos, o si alguien del
entorno familiar se encuentra en esa circunstancia, es útil conocer, ponerse en
contacto o formar parte de un Grupo de Ayuda Mutua (GAM) o de una Asociación de
afectados. Los profesionales sanitarios también pueden integrar en su trabajo
la complementariedad de estos grupos y tener presente sus objetivos, capacidad
de trabajo y direcciones, para poder ofrecer, derivar o apoyarse en ellos con
el fin de ayudar a las personas que confían en su trabajo.
Desde el poco tiempo, pero enriquecedor trabajo que
llevo realizando en el Servicio de Promoción de la Salud, dentro del programa
de Ayuda Mutua, he de subrayar la grandiosa, maravillosa y efectiva labor que
prestan las personas que constituyen las asociaciones y grupos de ayuda
mutua, llevada con las disposiciones
legales emanadas desde la Consejería de Sanidad.
Conociendo el trabajo que llevan a cabo, propondría
un mayor conocimiento de las Asociaciones de Ayuda Mutua tanto en Atención
Primaria como por parte de las Universidades, para que con ello se pueda llevar
a cabo, incluso, un vínculo de identidad laboral entre las mismas, llegando así
a facilitar la convivencia de los entes anteriormente mencionados y los que
representan los integrantes de estas asociaciones.
Igualmente deseo que se les permitiera la participación en el diseño de políticas que conlleven a sus
afiliados, dentro del sistema socio-sanitario y del Estado de Bienestar, a una
mejor estructura participativa donde quepa la opinión ciudadana.
La conformación de estas
políticas están recogidas en la LEY
11/2017, de 22 de diciembre, de Buen Gobierno y Profesionalización de la Gestión
de los Centros y Organizaciones Sanitarias del Servicio Madrileño de Salud en su artículo
17 de los Consejos Territoriales de Salud donde se hace referencia a la
presencia y participación de las asociaciones vecinales.
Por todo ello, es importante que los ciudadanos conozcan
la existencia de las asociaciones que en un momento determinado puedan serles
de ayuda y así mismo para que los profesionales sanitarios de la medicina,
enfermería, fisioterapeutas, trabajadores sociales, gerontólogos conozcan el
estupendo recurso humano que congregan estas asociaciones.
Caridad Folgoso Manzur. Técnica en Salud Pública.
La Plataforma del Tercer
Sector se constituyó en enero de 2012 para defender, a través de una única voz,
los derechos e intereses sociales de la ciudadanía, principalmente de las
personas en situación de pobreza o riesgo de exclusión.
Está formada por siete
organizaciones representativas del ámbito de lo social:
- Plataforma del Voluntariado de España (PVE)
- Red Europea de Lucha contra la Pobreza y la Exclusión social en el Estado Español (EAPN-ES)
- Plataforma de ONG de Acción Social (POAS)
- Comité Español de Representantes de Personas con Discapacidad (CERMI)
- Cruz Roja Española
- Cáritas
- Organización Nacional de Ciegos de España (ONCE)
A ellas se han unido posteriormente entidades colaboradoras y Plataformas
del Tercer Sector de ámbito regional.
La Plataforma está
compuesta por veinte organizaciones y representa a cerca de 30.000 entidades
del Tercer Sector, de las que forman parte 645.000 trabajadores y 1,3 millones
de personas voluntarias.
La Plataforma de la
Comunidad de Madrid se incorporó el 14 de junio de 2017.
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