Actividad extraescolar, organizada por una Asociación de Madres y Padres de Alumnos (AMPA) en un centro educativo de la Comunidad de Madrid.
Los beneficios del ejercicio físico y el deporte durante la infancia y la adolescencia son numerosos: aumenta la coordinación y el control de movimientos; mejora la memoria con el consecuente incremento del rendimiento escolar; educa en valores al promover las relaciones sociales y previene el consumo de tabaco, alcohol y otras drogas. De forma más específica, aquellas actividades que implican un impacto con el suelo (saltar, correr, bailar…) ayudan al fortalecimiento óseo.
Por estos motivos, el Ministerio de Sanidad y la comunidad científica recomiendan realizar durante la infancia, como mínimo, 60 minutos al día de actividad física de intensidad moderada (ir en bici, caminar a buen paso, etc.) a vigorosa (correr, saltar a la cuerda, practicar deporte, etc.).
A pesar de estas recomendaciones, en nuestro entorno, niñas y niños realizan poco ejercicio físico. El estilo de vida que les transmitimos es sedentario: nos desplazamos en vehículos, pasamos poco tiempo al aire libre, tenemos un ocio pasivo, pasamos muchas horas frente a una pantalla...
En este contexto de escasa actividad física, distintas investigaciones y estudios destacan que, además, las chicas realizan menos ejercicio físico que los chicos y lo abandonan antes.
Desde la más temprana infancia, a los niños se les estimula más hacia un juego activo y agresivo y a las niñas hacia juegos más sedentarios y de cuidado. De este modo, en general, las niñas tienden a asociar la diversión con actividades más tranquilas y muestran menos interés para practicar ejercicio físico y deporte.
Al llegar la pubertad surgen numerosos cambios: físicos, se aumenta el número de horas dedicadas al estudio, mayor influencia de las amistades ante la necesidad de sentirse incluido en el grupo, inconformismo con lo establecido, mayor autonomía en general y en el uso de tecnologías, etc. Esta etapa implica el final de las actividades y relaciones de la niñez, los juegos mixtos, y sólo continúan haciendo ejercicio quienes tienen el hábito muy arraigado, el resto abandona. Esta situación afecta en mayor medida a las chicas.
Según el Sistema de Vigilancia de Factores de Riesgo asociados Enfermedades No Transmisibles dirigido a población juvenil (SIVFREN-J) del año 2015, existen marcadas diferencias entre chicos y chicas para la práctica recomendada de actividad física intensa en estas edades, como se puede ver en el gráfico.
El estudio “Factores socioculturales que influyen en la práctica de actividad física en la infancia y en la adolescencia en la Comunidad de Madrid” destaca que el elemento más influyente en el abandono de la práctica de la actividad física diferente para chicos y chicas es el modelo de belleza imperante. El modelo de belleza masculino se asocia con “estar fuerte”, lo cual resulta coherente con la práctica deportiva, mientras que las chicas tienen que “estar delgadas” y para ello NO centran su atención en el ejercicio, sino en la restricción alimentaria (hacer dieta).
En este sentido, podría decirse que hay una ausencia de un modelo de feminidad joven que incluya la actividad física y el deporte como algo propio, divertido y placentero en sí mismo o que aporte belleza.
En contraste con la superabundancia de deportistas masculinos en los medios, hay una ausencia casi total de figuras femeninas que, en el universo mediático, sirvan de referente para las chicas. La ideología de género imperante reserva lo activo, la competición, lo corporal y lúdico a los hombres, por tanto, las adolescentes dejan de encontrarse legitimadas para jugar.
En contraste con la superabundancia de deportistas masculinos en los medios, hay una ausencia casi total de figuras femeninas que, en el universo mediático, sirvan de referente para las chicas. La ideología de género imperante reserva lo activo, la competición, lo corporal y lúdico a los hombres, por tanto, las adolescentes dejan de encontrarse legitimadas para jugar.
Como conclusión, el estudio destacó tres variables sociales que influyen en la realización de actividad física durante la infancia y la adolescencia: el sedentarismo social, la clase social y la construcción de la identidad de género.
Además, una encuesta sobre hábitos y actitudes realizada recientemente a adolescentes del municipio de Humanes de Madrid muestra que las chicas se consideran menos hábiles y tienen una peor percepción de su imagen corporal.
Ante esta situación, es importante encontrar algunas claves para mejorar las intervenciones que promuevan la práctica de actividad y ejercicio físico en la infancia y adolescencia y, asimismo, reducir las desigualdades de género observadas en esta práctica. Los informes anteriormente citados ofrecen algunas pistas, entre ellas, se destaca que la motivación principal para la práctica de actividad física es la lúdica (por pura diversión) tanto para chicas como para chicos y el papel primordial que juega la familia en la adquisición del hábito de llevar una vida activa.
Los informes inciden en que hay que incluir la perspectiva de género, facilitando la incorporación de las niñas y chicas a actividades consideradas más masculinas; ofertando actividades que contemplen las preferencias femeninas y mantenerla a pesar de que se apunten menos; evitando las prácticas y los discursos machistas relacionados con la actividad física.
Las actividades extraescolares cumplen una función muy importante en la promoción de la actividad física entre los niños y niñas, en tanto que la incluyen en lo cotidiano y ordenan la práctica deportiva en estas edades. Quienes han asistido a una u otra actividad extraescolar deportiva durante la infancia mantienen posteriormente mayores niveles de actividad. Por tanto, fomentar que un mayor número de niñas y niños realicen esta clase de actividades tendría un efecto positivo sobre los niveles de actividad en edades posteriores.
En este contexto en el CEIP Palomeras Bajas se está llevando a cabo una iniciativa que fomenta actividades extraescolares variadas en las que los grupos se forman con criterios de paridad, es decir, intentando que haya el mismo número de niñas que de niños.
¿Por qué surge esta iniciativa? ¿Qué se ha conseguido?
En el curso 2014-15, las familias de la Asociación de Madres y Padres de Alumnos (AMPA), que organizan las actividades extraescolares y están sensibilizadas por este tema, detectaron que se apuntaban menos niñas a algunas actividades como baloncesto y, además se daban de baja antes de finalizar el curso por estar en minoría dentro de los grupos. Además, también se observó que danza y aerodanza eran actividades prácticamente femeninas. Este hecho se lleva al claustro y, con el acuerdo del profesorado y las familias, se propone, que, para aumentar la diversidad de los grupos el siguiente curso, se modifiquen los criterios de adjudicación de las plazas.
Hasta ese año se hacía una lista ordenada alfabéticamente de quienes se inscribían y el reparto de plazas se hacía iniciándose por la letra obtenida por sorteo. A partir del curso 2015-16 se elaboran dos listas de inscripciones una de niñas y otra de niños y el reparto se hace a partir de la letra obtenida por sorteo eligiendo de forma alternativa una chica y un chico.
Los resultados de las inscripciones del curso 2015-16 fueron los siguientes: el número de niñas inscritas fue de 188 y el de niños 196. Aunque la distribución total es de 49% frente al 51%, hubo diferencias por tipo de actividad. Como puede verse en el gráfico, los niños preferían actividades de ejercicio físico intenso (baloncesto, judo, deporte base), mientras que las actividades más artísticas eran las preferidas por las niñas (danza, cerámica, pintura y teatro).
Aunque se incluyeron medidas correctoras, las preferencias de niños y niñas siguieron la tendencia habitual pero se consiguió que todas las chicas que se apuntaban a baloncesto tuvieran plaza y hubiera un grupo mixto que se mantuvo durante todo el curso. Del mismo modo, los dos chicos que se apuntaron a aerodanza consiguieron plaza en la actividad.
Pudiera parecer que no son grandes cambios pero tan solo el hecho de que en un claustro se reflexione y se tomen decisiones para favorecer la adquisición de hábitos saludables en igualdad es un hecho muy valorable. Mantener este tipo de iniciativas no siempre resulta fácil pues hay que convencer a todas las familias, incluso a las que sus hijos e hijas se quedan sin plaza, de que es algo beneficioso para toda la comunidad educativa presente y futura.
Durante el curso 2016-17 se ha continuado en esta línea y se han introducido otros cambios en las actividades para que resulten igualmente atractivas para chicas y chicos: cambiar aerodanza por hip-hop, conseguir paridad de sexo entre los monitores… y todo ello haciendo partícipe a las familias tanto de los cambios como de los motivos de los mismos.
Laura Moratilla Monzó. Técnica Salud Pública, madre alumnas CEIP Palomeras Bajas
Maribel Sillero Quintana. Técnica Salud Pública
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