Si
le preguntamos a alguna persona que nos diga qué entiende por autocuidado, es fácil que nos dé una
respuesta bastante acertada, del tipo “hacer algo para estar mejor uno mismo”,
“cuidar de sí mismo” o algo parecido.
Cuando buscamos una definición más precisa, la OMS nos ofrece esta de 1982 en la que define
el autocuidado como: “las actividades de
salud no organizadas y las decisiones de la salud tomadas por individuos,
familia, vecinos, amigos, colegas, compañeros de trabajo, etc.; comprende la
automedicación, el auto-tratamiento, el respaldo social en la enfermedad, los
primeros auxilios en un “entorno natural”, es decir, en el contexto normal de
la vida cotidiana de las personas. El autocuidado es, definitivamente, el
recurso sanitario fundamental del sistema de atención de salud”.
Afinando
aún más, según Dorothea Orem, experta enfermera teórica, el
autocuidado se define como “una actividad
aprendida por los individuos y orientada hacia un objetivo. Es una conducta que
aparece en situaciones concretas de la vida, dirigida por las personas sobre sí
mismas, hacia los demás o hacia el entorno, para regular los factores que
afectan a su propio desarrollo y funcionamiento en beneficio de su vida, salud
o bienestar”.
El
autocuidado, por tanto, es una conducta que realiza o debería realizar la
persona por y para sí misma. De aquí se desprende que todos tenemos la
capacidad para cuidarnos y que este autocuidado lo aprendemos a lo largo de nuestra
vida; principalmente mediante las comunicaciones que ocurren en las relaciones
interpersonales. Por esta razón, no es extraño reconocer en nosotros mismos
prácticas de autocuidado aprendidas en el seno de la familia, la escuela y las
amistades. Y por esto mismo, si de pequeños aprendemos estas prácticas, llegaremos
a ser adultos capaces de proporcionarnos nuestros propios cuidados.
Por tanto, si
utilizamos el autocuidado como elemento fundamental en nuestra vida, no sólo
estaremos mejorando nuestra propia salud y la de la comunidad, sino que
estaremos contribuyendo también a disminuir el gasto público sanitario y a
aliviar en parte la presión sobre el sistema sanitario del país.
No sólo las
personas sanas deben integrar en sus vidas el autocuidado para obtener mejoras
en su calidad de vida. Las personas con enfermedades, especialmente si son
crónicas, mejoran cuando son activas y responsables en el control de su
patología, adquiriendo autonomía y adaptando a su situación personal y
específica los cuidados necesarios.
El personal de enfermería juega un papel fundamental
en la enseñanza de autocuidados a personas con enfermedades crónicas,
favoreciendo un modelo de participación activa de estas personas en lo que
concierne a su enfermedad y a las decisiones que toman relacionadas con su
salud. Empoderar y ofrecer los conocimientos y las habilidades necesarios para poder
tomar decisiones acerca de su enfermedad; educar las fortalezas y
potencialidades de las personas en lugar de centrarse en lo que no se hace
bien; dotar de herramientas y dar soporte y apoyo en este aprendizaje es el
camino para conseguirlo.
Así pues, entre todas y
todos ( profesionales de Salud Pública, personal sanitario, medios de
comunicación, políticos, personas enfermas y sanas…) hemos de promover el
autocuidado como una estrategia necesaria para lograr un bienestar integral en
nuestra vida cotidiana, con una mejor salud y calidad de vida dentro del
entorno en el que estamos.
El 24 de julio, Día Internacional del Autocuidado, nos recuerda que si somos
capaces de integrar el autocuidado en nuestra vida, los beneficios obtenidos
los experimentaremos las 24 horas del día, los 7 días de la semana.
Así que, ¡adelante! Nunca
es tarde para empezar a cuidarse…
Raquel Martín Gómez. Técnica en Salud Pública
- Facilita el intercambio de conocimientos y experiencias y ofrece a los pacientes y sus asociaciones, a las personas cuidadoras, a los profesionales sanitarios y a la población general, información de calidad y formación presencial y on line relacionada con la salud.
- Dirigido a personas cuidadoras, profesionales sanitarios, pacientes y asociaciones de pacientes, población general.
- Objetivos: divulgar, compartir y facilitar información, conocimientos, experiencias y habilidades en materia de salud dirigidos a pacientes, personas cuidadoras, profesionales sanitarios y ciudadanos para la adquisición de las competencias necesarias que les permitan conservar su salud, mejorar su calidad de vida y fomentar la corresponsabilidad en el autocuidado de la salud, la autogestión de la enfermedad y la toma de decisiones compartidas.
- Se realizan aulas presenciales, aulas virtuales, actividades comunitarias…
- Los GAM sirven para favorecer la sensibilización y comprensión social hacia las personas que lo sufren, para buscar recursos de apoyo, para mejorar el conocimiento que tiene la sociedad del problema en cuestión y en muchas ocasiones ejercen una función relacionada con la prevención de algunas enfermedades y la educación para la salud por medio de la difusión y el uso de los medios de comunicación social.
- La participación en estos grupos mejora la calidad de vida de los usuarios. Los profesionales socio-sanitarios pueden tener un papel activo y de apoyo a las asociaciones: poniendo en marcha un grupo, orientando al usuario hacia el mismo, contactando grupos entre sí y difundiendo su existencia.
Existen múltiples razones para integrarse y trabajar con asociaciones ciudadanas dedicadas a la Ayuda Mutua:
• porque las enfermedades crónicas e incapacitantes, en ocasiones, requieren esfuerzos para el mantenimiento de los tratamientos que los afectados no pueden realizar sin apoyo.
• porque el aislamiento social que sufren algunas personas que padecen enfermedades de larga duración, es contrario a su mejoría y al incremento de su calidad de vida.
• porque personas que sufren los mismos problemas, carencias y marginaciones en relación a su salud, tienen más posibilidades de resolverlos, suplirlos e integrarse si actúan juntos, solidariamente, aunando esfuerzos y voluntades.
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