jueves, 26 de noviembre de 2020

25 de Noviembre: Día Internacional contra la Violencia hacia las Mujeres

La violencia de género es un grave problema de salud pública que se agudiza en un contexto de pandemia y medidas de restricción de la movilidad.

A lo largo de la vida, un 11% de las mujeres españolas mayores de 16 años ha sufrido algún tipo de violencia de género, de su pareja actual o pasada, como refleja la Macroencuesta de Violencia Contra la Mujer 2019. Un 1% refiere haberla sufrido en los últimos 12 meses y un 1,6% refiere algún tipo de violencia de género por parte de su pareja actual. Otros datos de esta encuesta muestran lo siguiente:

  • Un 32% de las mujeres entre 16-24 años refirieron algún tipo de violencia de género en los últimos 4 años, frente al 12,9% de las mujeres de 25 años o más.
  • Un 40,4% de las mujeres con discapacidad refirieron algún tipo de violencia de género a lo largo de la vida, frente al 31,9% de las mujeres sin discapacidad.
  • Un 16,7% de las mujeres de 65 años o más refirieron algún tipo de violencia de género de su pareja actual, frente a un 14,3% de las mujeres menores de 65 años.
  • Los resultados para cualquier violencia de género a lo largo de la vida fueron mayores para aquellas mujeres nacidas en el extranjero, en comparación con las mujeres nacidas en España, un 45,9% frente a un 30,3%.

Esta situación se conjuga con la crisis debida al SARS-CoV-2 cuyo impacto sanitario, económico y social afecta de manera distinta en función del género: mayor exposición por las tareas de cuidados tanto formales (ámbito sanitario y sociosanitario muy feminizado), como informales (cuidando a personas enfermas, ancianas, niñas/os, etc..), más estrés por la sobrecarga de trabajo no remunerado, mayor precariedad laboral y pobreza.

Además las mujeres pueden estar en una posición de mayor vulnerabilidad frente a la violencia, en un contexto marcado con las siguientes características:

  • El miedo al contagio o a perder el empleo por parte de los agresores aumenta el riesgo de violencia contra sus parejas o exparejas.
  • Las restricciones de movilidad y medidas de cuarentena y aislamiento alteran las dinámicas familiares, complicando la gestión de los conflictos.
  • Al pasar más tiempo en casa, pueden cambiar las formas de maltrato (maltrato a los hijos, abandono de mujer con síntomas que debe aislarse…). En estos casos, la violencia se vuelve aún más invisible.
  • Las restricciones de movilidad y el miedo al contagio dificultan también que las mujeres que sufren violencia accedan tanto a redes de apoyo sociofamiliar, como a cualquier ayuda institucional (sanitaria, judicial, etc.).
  • La situación actual afecta mucho más a mujeres en situación precaria (migrantes, pobres, sin acceso a Internet, embarazadas, con menor cualificación, víctimas de trata, etc.).
  • Si en la casa viven niños o adolescentes, éstos presencian más escenas de violencia de género debido al cierre de los centros educativos. Esta exposición tan temprana a la violencia produce consecuencias directas en su salud física y mental.


La intensificación de la violencia de género se ha convertido en una “infección oportunista” de la pandemia.

Frente a esta situación, organismos internacionales como OMS y ONU Mujeres han elaborado unas propuestas que orientan a los hacedores de políticas públicas a poner en marcha medidas para perseguir los siguientes objetivos:

  • Tomar conciencia, proponer evaluaciones rápidas, acceso a servicios esenciales, fortalecer redes de apoyo entre mujeres y sin olvidar la violencia contra la mujer en los espacios públicos.
  • Proteger a mujeres y niñas mediante estímulo económico: propiciando políticas precisas, apoyando empresas de mujeres, comprometiendo también al sector privado y realizando adquisiciones con perspectiva de género.
  • Promover el apoyo y el reparto equilibrado del trabajo de cuidados: elaborando políticas públicas acorde a las necesidades reales, apoyando al personal encargado de los cuidados y lanzando campañas para cambiar la visión tradicional.
  • Fomentar que mujeres y niñas sean líderes capaces de tomar decisiones y participar en planificaciones de respuesta a la pandemia, convocando líderes ya existentes de cara a tomar decisiones, apoyando a las organizaciones de mujeres que trabajan en primera línea, respaldando especialmente a mujeres VIH positivas y mediante campañas de concienciación social.
  • Introducir la perspectiva de género en la obtención y manejo de los datos y la coordinación.

La actual pandemia no debe hacernos olvidar que la violencia contra la mujer sigue siendo un grave problema de salud pública, más acuciante en el contexto de la pandemia por COVID-19, y que las acciones conjuntas de toda la sociedad, decisores políticos, instituciones públicas y privadas, comunidad científica, ciudadanía... son  imprescindibles para su erradicación.

Lola Martos Morillo.

MIR Medicina Preventiva y Salud Pública. Servicio de Promoción de la Salud-Área de la Mujer




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