viernes, 12 de marzo de 2021

COVID-19 y cuidados formales e informales: el papel de las mujeres (2ª parte)

Siguiendo con el contenido del   webinar  “COVID-19 y cuidados formales e informales: el papel de las mujeres” que tuvo como ponente a María del Mar García Calvente, en el marco del proyecto “Mujeres que se cuidan en tiempos de COVID” pasaré a resumir la segunda parte de lo expuesto en el mismo

Los cuidados durante la pandemia

Durante la primera ola de la pandemia el principal factor de riesgo frente a la COVID19 para las mujeres pudo estar en relación a su papel asignado de cuidadoras tanto en el ámbito de cuidados profesionales como en el cuidado no remunerado.

En la segunda ola, pese a que hay pocos datos desagregados por sexo, sabemos que el 52% de los casos de COVID-19 fueron mujeres y la mediana de edad de los casos estaba en 41 años. El ámbito más frecuente de exposición fue el domicilio (32%) y el 78% del personal sanitario o sociosanitario con COVID-19, notificado desde el 11 de mayo, han sido mujeres.

Las mujeres siguen asumiendo mayoritariamente los cuidados de las personas afectadas en los domicilios, cuidan durante más tiempo y en tareas de atención personal (más cercanía, tareas más cotidianas) que las expone en mayor medida al riesgo de contagio y son, por regla general, las encargadas de asumir otras tareas domésticas de limpieza (ropa, superficies, fómites…) que pueden aumentan el riesgo.

Por otro lado, los cuidados se han considerado un recurso esencial de atención a la salud durante la pandemia:

  • En el aislamiento domiciliario de casos COVID-19 donde las personas cuidadoras no remuneradas, generalmente mujeres, atienden a las personas afectadas y toman medidas preventivas de contagio a convivientes.
  • En la atención a la salud de enfermedades crónicas ya que durante la pandemia, especialmente en la primera parte, se han reducido los servicios de atención sanitaria a problemas de salud crónicos (incluidos los de salud mental), que han sido atendidas en los hogares.
  • En la atención a la salud de condiciones no urgentes, y a veces también a las urgentes, que no han utilizado los servicios de salud por miedo al contagio o por dificultades de acceso.

Además, el confinamiento ha supuesto una re-familiarización de los cuidados durante la pandemia debido a:

  • Cierre de centros educativos y de cuidado de mayores: supresión de actividad de servicios de
    cuidado de mayores y dependientes (ya limitados): valoración de personas dependientes, servicio de ayuda a domicilio, centros de día…
  • Supresión de servicios residenciales para mayores y dependientes: no admisión de nuevos ingresos, personas que estaban institucionalizadas han vuelto a casa.
  • Cuidado de personas mayores, antes autónomas, que han necesitado ayuda para compras de alimentos o medicamentos y apoyo afectivo “a distancia”.
  • Teletrabajo y pérdida de empleo: mayor sobrecarga de cuidados sobre todo para las mujeres, sin servicios de apoyo existentes.
  • Todo esto ha implicado, en ocasiones, un incremento de la corresponsabilidad, pero no lo suficiente en muchos casos, con una redistribución no equitativa de las tareas que recaen mayoritariamente en las mujeres.


La Sociedad Española de Salud Pública y Administración Sanitaria (SESPAS), en su texto Posicionamiento SESPAS sobre el impacto de la COVID19 en los colectivos más vulnerables, incluye a
las cuidadoras familiares entre “los grupos especialmente vulnerados durante la epidemia y que, por tanto, deben ser objeto de atención especial” y propone como medida a corto plazo “atender las necesidades de las cuidadoras familiares, no tanto en relación al cuidado que ellas prestan como a sus necesidades propias derivadas del proceso y del aislamiento (respiro, estrés, autoestima, etc.).

Los cuidados después de la pandemia

Se prevé que, a medio y largo plazo, la pandemia tenga consecuencias para la vida y la salud física y mental de las personas sobre todo de las mujeres derivadas del mayor estrés y la sobrecarga de cuidados. No olvidemos tampoco la “doble presencia” de algunas mujeres que trabajan como cuidadoras remuneradas en servicios sanitarios y sociales y como cuidadoras no remuneradas en el hogar.

Otras consecuencias serán el incremento de la brecha de género a nivel laboral, económico, en las pensiones, en los usos del tiempo, las relaciones familiares y sociales, etc.

Todas las crisis suponen un peligro para la igualdad de género en lo que se llama “la tiranía de lo urgente” (lo urgente se impone sobre otras cuestiones) y se producen retrocesos en los avances en igualdad conseguidos. Un ejemplo de ello es que la re-familiarización de los cuidados ya está expulsando a muchas mujeres del mundo laboral.

Para terminar, algunas propuestas recogidas en Cuidados y abordaje de la pandemia de COVID-19 con enfoque de género publicadas en Gaceta Sanitaria

  • La recogida, análisis e interpretación de los datos sobre la pandemia con mirada de género: disponer de datos desagregados por sexo del impacto sanitario, económico y social de la pandemia; considerar la morbilidad diferencial en el tratamiento de la enfermedad y detectar posibles sesgos de género en el esfuerzo diagnóstico y terapéutico.
  • Los cuidados sitúan a las mujeres ante un mayor riesgo de contagio y exposición a la enfermedad, por eso debe hacerse visible su papel central en el sostenimiento de la vida y planificar recursos de apoyo y medidas de protección que tengan en cuenta la feminización de la primera línea de atención a la enfermedad.

  • Frente a los roles de género: generar debate y reflexión en torno a quién está realizando el trabajo “extra” de cuidados que ha supuesto el confinamiento y potenciar el reparto equitativo de roles y la corresponsabilidad en los cuidados, tanto de mujeres y hombres, como entre hogares y Estado.
  • Para atender a las necesidades en salud de las mujeres: propiciar una mayor participación de las mujeres en la toma de decisiones y especialmente en las políticas de salud que les afectan; diseñar actuaciones dirigidas a las personas cuidadoras que tengan en cuenta su salud; invertir en investigaciones que analicen el impacto de los cuidados durante la pandemia sobre la salud física y mental de las mujeres y los hombres, y sobre las desigualdades de género en dicho impacto.
  • Realizar un abordaje interseccional teniendo en cuenta otros ejes de inequidad: estatus socioeconómico, situación laboral, edad, origen de procedencia, orientación sexual, discapacidad, hábitat, etnia, etc. Establecer medidas específicas dirigidas a las mujeres cuidadoras en situación más precarias de pobreza y mala salud; y diseñar medidas efectivas de conciliación de la vida personal, familiar y laboral adaptadas a la crisis actual, poniendo una mirada especial en quienes han de afrontar tareas no remuneradas junto con otras remuneradas.

En los dos próximos posts resumiré el webninar donde se abordó el tema de la Promoción de la salud y el buen trato en tiempos de COVID.

Lola Martos Morillo

MIR Medicina Preventiva y Salud Pública. Subdirección de Promoción de la Salud, Área de la Mujer


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