Con la llegada a la escena principal de una nueva enfermedad infecciosa, que tiene además la peculiaridad de una gran transmisión, parece que todo lo demás, incluyendo las enfermedades crónicas y los trastornos mentales, ha pasado a un segundo plano. La inesperada crisis de la COVID-19 y las medidas de confinamiento, que se han tomado a nivel mundial, han afectado a la salud mental de millones de personas y han empeorado la situación de las personas que padecían trastornos mentales previamente. Parafraseando a John Steinbeck, “un alma triste puede matarte más rápido que un germen”, y es que las situaciones de duelo, el miedo o la ansiedad al contagio, la soledad y la sensación de vulnerabilidad que han vivido y viven las personas mayores y la sobrecarga física y emocional que sufren cada día los profesionales sanitarios visibilizan más la importancia de una salud mental fuerte y que sepa adaptarse con rapidez a la supuesta “nueva normalidad”.
Las previsiones no son muy halagüeñas: una futura crisis socio-económica, con pérdida de empleo y dificultades de acceso al mismo para nuestros jóvenes, aumento de la desigualdad en todas las áreas, destacando en educación y en salud, abandono de la promoción y de la prevención… y, como no puede ser de otra forma, una futura oleada de diagnósticos de depresión, ansiedad, estrés post-traumático, obsesiones y compulsiones, dificultades de aprendizaje y TDAH…
Sin embargo, también es un marco de oportunidades; han sido meses donde se han aprendido muchas cosas, y se han realizado intervenciones novedosas que van a permitir cambiar a mejor la vida y la asistencia de las personas con trastornos mentales y sus familias. Hace poco ha llegado a mis manos un interesante artículo del psiquiatra el Dr. Mariano Hernández Monsalve, titulado “Sobre la pandemia COVID-19, desde la subjetividad hacia la inmersión en la realidad”. Les animo a que lo lean, pues aporta mucha información interesante, y les resumo la parte más positiva, todo lo que las personas con enfermedades mentales y sus familias nos han enseñado. El confinamiento de las personas con enfermedad grave y duradera no ha sido nuevo para ellos, y ha sido asumido por los mismos sin problemas, encontrando mejora en las relaciones y roles familiares; en los dispositivos de rehabilitación, se han originado nuevas maneras de comunicación más creativas, mediante medios telemáticos, en los que usuarios y familias han participado con entusiasmo; también, se han realizado nuevas formas de tele-atención en las consultas de los centros comunitarios, que han permitido dar más seguimiento y continuidad a los cuidados, con mucho trabajo compartido entre usuarios, familiares y profesionales.
Nos encontramos en general en un momento de cambio, todas y todos estamos inmersos en una nueva realidad, todas y todos podemos aprender de esta experiencia, y podemos salir fortalecidos. Si en algún momento no encontramos la manera de afrontar esta crisis, ya sea de forma individual o colectiva, no podemos olvidar que contamos con profesionales, asociaciones y personas que cada día trabajan por nuestra salud mental, rompamos el estigma, pidamos ayuda.
Ana Navea Martín. Psicóloga, técnica de Salud Pública
- El Equipo CESCA es un grupo multiprofesional de investigación, estudio y docencia en Atención Primaria y Medicina General/de Familia. Se fundó en Madrid el año 1980.
- Sus campos de trabajo son la organización de servicios sanitarios, el uso apropiado de los recursos, los sistemas de información, y la prevención clínica. Sobre estas cuestiones han publicado cientos de trabajos, la mayoría de libre disposición.
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