miércoles, 14 de marzo de 2018

Nos cuesta valorar el arte de cuidar



Faustina Sáez de Melgar
Hay diversidad de hipótesis acerca de cómo se llegó al constructo estereotipado que se tiene hoy en día del reparto de los cuidados entre la comunidad. El resultado es que el papel de “cuidadora universal” está asignado a las mujeres. Estas tareas son realizadas, no porque sean las únicas capaces de hacerlo, sino porque la división sexual del trabajo impone su realización a través de diversos mecanismos: la socialización, las nociones del deber o de sacrificio vinculado al amor o simplemente el miedo, como dice Yayo Herrero.



La presencia de la mujer a lo largo de la Historia, en todos los espacios de la vida, está en obras. Sí, en obras: pinturas rupestres, textos, cuidados, cuadros, libros, películas, invenciones, etc. invisibilizadas en ausencia de dotación presupuestaria para investigar, en cajones, en despachos, en depósitos de las pinacotecas, en registros de patentes…
Arturo Asensio
En la actualidad, su paso por las distintas civilizaciones se está enfocando de manera más transversal y con un enfoque de género por lo que están surgiendo otras hipótesis que podrían ser más acordes a la realidad de “aquellos momentos”, según recoge el artículo de Michele Catanzaro La mujer prehistórica.

Estas labores están devaluadas socialmente y son gratuitas o semigratuitas, ya que el desempeño es de mujeres. Esta situación se perpetúa cuando no hay legislación suficiente y/o no hay presupuesto económico que apoye lo legislado (Ley de Dependencia y Violencia de género). En caso de que el trabajo de cuidados sea remunerado, el aporte económico está muy devaluado: auxiliares de cuidados a domicilio, camareras de piso, trabajadoras domésticas internas o por horas, etc.

Esta circunstancia, unida a la baja o nula cotización a la Seguridad Social, crea un puzzle que deja a la mujer en una situación de precariedad en relación a la del hombre. A esto se añaden las condiciones específicas de las mujeres en el mundo lo que  conduce a la feminización de la pobreza, según nos cuenta en su Informe de 2017 de ESFeres, Ingeniería Sin Fronteras.

Estas obras-hechos del día a día, estos cuidados, se reciben de forma cíclica a lo largo de todas las etapas vitales hasta la muerte y, con especial intensidad, en algunos momentos donde la demanda y el grado de dependencia es mayor (infancia, enfermedades, diversidad funcional, vejez).

Pero la especie humana es vulnerable y finita.

En este espejismo de potencialidad infinita e inmortalidad, el ser humano se deshumaniza influido por la propia comodidad, la mercantilización, la productividad, la competitividad, la especialización y la cosificación cuando “algo” no nos resulta agradable. Pudiendo caer también en ese encarnizamiento terapéutico de uso de técnicas y tratamientos hasta la extenuación, con el daño que eso supone para la persona atendida y/o sus familiares. Perdiendo así lo magnífico del ser humano integral y diverso.

No somos personas enfermas por partes, somos un todo, y no hay enfermedades, hay personas enfermas. No hay suficiente investigación, por el momento, en el abordaje de las diferentes patologías, teniendo en cuenta el enfoque de género (sintomatología, posología de tratamientos farmacológicos, efectos secundarios diferentes, etc).

La mayoría de los estudios de investigación se han realizado en hombres extrapolando a las mujeres esos resultados.Se ha podido comprobar cómo ha afectado de manera distinta en ambos casos. Esta transformación en la mirada se empieza a tener en cuenta con una mayor sensibilización.

¿Por qué y para qué inventar nuevas enfermedades que “sólo” ocurren en mujeres cuando se trata de procesos vitales? Revisemos los diagnósticos y sobre todo las sensibilidades, empatías y el enfoque de género. 

Debería alarmarnos la “hiperfrecuentación” al sistema sanitario de las mujeres ¡¡ALGO ESTÁ PASANDO!!

Se me ocurre también pensar en ese tiempo próximo a la expiración; la importancia de un buen acompañamiento para cualquier persona, con o sin diagnóstico clínico de enfermedad. Estos cuidados, llamados paliativos, en algunos casos, pondrían de manifiesto otro desajuste más entre la demanda de cuidados para una vida y una muerte dignas y los recursos destinados a su cobertura. Estos cuidados también los llevan a cabo principalmente mujeres.

Los cuidados y el buen trato forman parte de un territorio universal, para hombres y mujeres, que contempla los derechos humanos de la población mundial, tanto en el ámbito público como en el privado.

Invito a la reflexión individual y colectiva para generar estrategias de restauración y reparación en la salud de las mujeres (más del 50% ).Esto redundará en el estado de salud de la población mundial en general.

El coste en la salud de las mujeres por cuidar el mundo está siendo muy alto para nosotras y muy bajo para los sistemas de protección, que han hecho dejación de sus funciones en este llamado estado de bienestar.


Cristina Hidalgo Fernández. Técnica en Salud Pública.



Espaciosde Igualdad  
  • En los 8 Espacios de Igualdad existentes se potencia el avance hacia una igualdad de oportunidades entre mujeres y hombres, visibilizando las brechas de género y trabajando de manera especial con la población joven, mediante acciones de sensibilización, empoderamiento y actuaciones de carácter comunitario.
  • Se ofrecen servicios de atención individualizada en las áreas psicológica, jurídica y de desarrollo profesional, además del servicio de asesoramiento técnico especializado en el enfoque integrado de género, por parte de las Agentes de Igualdad de los distritos en los que están localizados: Arganzuela, Carabanchel, Chamberí, Moratalaz, Tetuán, Vicálvaro y Villaverde. 
  • Para recibir cualquier tipo de atención psicosocial de las ofertadas en cada Espacio, la persona interesada debe solicitar cita previa


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