Conectando a las personas con la naturaleza. En la ciudad y en el campo, desde los polos hasta el ecuador. Este es el lema para este año 2017 de la ONU.¿Otro
día mundial? ¿De qué toca ahora? Pero esto, ¿sirve para algo?
Seguramente
que muchos de nosotros nos hemos hecho estas preguntas u otras parecidas,
porque faltan días en el año para celebrar tantos días mundiales de todo tipo…
Y
seguramente también muchos piensen que realmente no sirve para nada, aunque yo
ahí, discrepo. A mí, al menos, me ha servido de excusa para ponerme a escribir
y pensar sobre el tema.
Caer
en la cuenta de lo íntimamente relacionada que está nuestra vida (y por tanto
también nuestra salud) con el medio ambiente en el que vivimos, es el primer
paso para poder hacer algo en favor de éste.
Igual
creemos que a nosotros, los que vivimos en la ciudad, no nos afecta lo que pasa
en el campo, en los bosques, en los mares… y pensamos que “pobres los que se
quedan sin cosecha, o los que sufren sequías”, o “una pena los pescadores, que
cada vez pescan menos”, y miramos para otro lado, sin ser conscientes de que lo
que compramos en la frutería, en la pescadería, en el supermercado… proviene del trabajo de estos hombres y
mujeres y depende directamente de cómo estén los campos, los mares, los
cultivos, los bosques, y de todo lo que les afecta.
Si
el mar está lleno de basura y plásticos, contaminado por metales pesados o por
vertidos de petróleo o gasoil; si la pesca es exhaustiva y se sobreexplotan los
caladeros, sin dar tiempo a que los peces se reproduzcan y crezcan; si el
aumento del dióxido de carbono acidifica el agua de los océanos…tenemos más de
un motivo para temer por nuestra salud y por la de las aves marinas, los
mamíferos acuáticos, los peces, los corales, y toda la biodiversidad que habita
los océanos y mares, y más razones aún para provocar cambios en nuestros
hábitos de consumo y producción, del uso del agua, del desecho de residuos y
basuras, en favor de otros más responsables y sostenibles. Gestos como el
reciclaje de envases y plásticos pueden contribuir enormemente en esta
dirección.
Igual
paralelismo podríamos realizar si hablamos de agricultura, de explotaciones
ganaderas, del uso y abuso de los bosques y grandes masas forestales o del
deterioro de otros ecosistemas a lo largo y ancho de nuestra querida Madre
Tierra. La deforestación y la desertificación, consecuencias de la acción del
hombre y del cambio climático, son dos ejemplos más de esta relación tan íntima
entre el ser humano y la naturaleza.
Pero
no todo va a ser ver el vaso medio vacío… La naturaleza no sólo nos ofrece el
alimento, el agua y el oxígeno para nuestra supervivencia como especie, sino
que contribuye de un modo especial a mejorar nuestro bienestar emocional y con
ello nuestra salud.
¿A
quién no le gusta pasear o hacer senderismo por parques, bosques o rutas al
lado de un río o un paisaje natural bonito? O ¿quién no disfruta de un día en
la playa o un baño en piscinas naturales? ¿O haciendo montañismo, submarinismo,
piragüismo u otros deportes al aire libre o en el mar? O más sencillamente,
escuchando a los pájaros y los distintos sonidos que nos ofrece la Madre
Naturaleza en tantos paisajes diversos…
La
Naturaleza nos ofrece mil posibilidades para disfrutar de ella y de nosotros
mismos, siempre que la respetemos y la tratemos con mimo.
La ONU nos propone Explorar, Conocer y Compartir fotos de nuestros lugares favoritos.
Así
que, teniendo en cuenta que nuestra prosperidad y bienestar, nuestra salud y
nuestro futuro dependen en gran medida de cómo cuidemos a la Tierra en los
próximos años, igual no es tan mala idea celebrar el Día Mundial del Medio
Ambiente y empezar a pensar qué puedo hacer yo desde ahora mismo para colaborar
en ese cuidado del hogar común, porque no es tan difícil y existen muchas
opciones, y porque las consecuencias de no hacerlo las vamos a sufrir todos: tú
y yo.
Y
sólo tenemos un Planeta…
Raquel Martín Gómez.
Técnica
en Salud Pública
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