Quien lee libros vive más

Según un estudio de un grupo de investigadores de la Universidad de Yale, publicado en la revista Social Science & Medicine y realizado durante 12 años sobre los hábitos de lectura de 3.635 personas mayores de 50 años, quien lee libros vive 23 meses más que quien no lee.

Los lectores de libros experimentaron una reducción del 20% en el riesgo de mortalidad durante los 12 años de seguimiento en comparación con los no lectores de libros, lectores de revistas, periódicos, etc.

El estudio hace hincapié en la lectura de libros frente al resto de lecturas de diarios, revistas, etc. El primer motivo es que con los libros se promueve una lectura profunda, se trata de un proceso lento de inmersión en la trama, los personajes, lo que provoca conexiones neuronales.

En segundo lugar, los libros favorecen la empatía, la percepción social, la inteligencia emocional. 

Cuando leemos no sólo estamos mejorando la memoria y la empatía, sino que también hay investigaciones que han demostrado que nos hace sentir mejor y más positivos.

Beneficios de la lectura para el cuerpo y la mente

• La lectura despierta vías neuronales en el cerebro.
• La lectura de poesía compleja ayuda al cerebro a permanecer elástico y activo.
• Los frecuentes ejercicios cerebrales, como la lectura, ayuda a que disminuya la pérdida de memoria de los ancianos en un 32%.
• La lectura activa la memoria al tener que recordar muchas cosas, como por ejemplo los personajes, la trama principal y secundarias a lo largo de la historia.
• En pacientes con depresión, la lectura en voz alta hace que se sientan mejor y más positivos sobre las cosas.
  

  
• Los libros de autoayuda muestran múltiples beneficios en las personas que tienen algún tipo de depresión.
• Investigadores han demostrado que la lectura puede reducir el estrés en un 68%.
• Los pacientes ancianos que regularmente jugaban a juegos de desafío mental o leen libros son 2,5 veces menos propensos a desarrollar Alzheimer.
• Crear el hábito de leer un libro antes de acostarse indica al cuerpo que es hora de relajarse y dormir. Esto solamente se aplica con libros impresos, la lectura en libros electrónicos o tabletas puede quitarnos el sueño.
• Los niños que leen son más capaces de comprender los conceptos abstractos, aplicar la lógica en varios escenarios, reconocer la causa y el efecto y utilizar el buen juicio.
• Numerosos estudios han demostrado que los menores que leen antes del preescolar tienen más probabilidades de éxito en todas las facetas de la educación formal.
• Un libro infantil aporta a los pequeños un 50% más de palabras que ver un programa de televisión.
• La identificación con los personajes de un libro también ayuda a experimentar dicha relación en la vida con otras personas.

¿De qué hablamos cuando hablamos de lectura?

La Fundación Germán Sánchez Ruipérez ha investigado sobre los imaginarios de la lectura y en todos los casos se hacía referencia a la lectura de libros.

También se ha visto que en otro tipo de estudios cuantitativos los entrevistados se autodefinen como no lectores, a pesar de leer diariamente prensa u otros contenidos en papel o en Internet, y en los grupos de discusión integrados por no lectores ha surgido de forma recurrente una disociación entre su práctica de lectura y la percepción sobre lo que es la lectura.

Por una parte se detecta que hay práctica de la lectura que no es percibida como tal: prensa gratuita, páginas en Internet, libros profesionales, manuales o libros de carácter instrumental (cocina, bricolaje, etc.).

Por otra, hay unos imaginarios tradicionales e irreales sobre la lectura y los lectores, que los identificaría con realidades muy minoritarias, como lectores de libros literarios.

 ¿Cuáles son los hábitos lectores en nuestro país?

Según La lectura en España, informe del 2017 de la Federación de Gremios de Editores de España:

Edad: la población de 14 a 24 años es mucho más lectora que la de más de 65. Los lectores frecuentes disminuyen claramente según se asciende en la pirámide de población.
Estudios: los universitarios presentan unos índices de lectura claramente superiores.
Ocupación: los estudiantes y, en menor medida, los ocupados son los más lectores. Los jubilados presentan índices muy inferiores.
Hábitat: Los municipios de más de un millón de habitantes presentan los índices mayores, los cuales bajan en paralelo al descenso de población de los lugares de residencia.
Sexo: Las mujeres leen más que los hombres, pero la diferencia es mucho menor que en otros países (los anglosajones, por ejemplo).

Según Luis González, la lectura digital estaba ya muy presente antes de la llegada de los dispositivos móviles de lectura, de hecho, aún es el ordenador el soporte mayoritario: del 55,8 por ciento de los lectores lo hace en el ordenador, frente al 6,6 por ciento que lee en libro electrónico.

Todos los participantes otorgaban una gran importancia a la movilidad, es decir, a la posibilidad de llevar en un dispositivo una colección personal de libros.

El soporte sí que importa 

La tecnología influye de un modo decisivo en la experiencia lectora. Por esta razón el tipo de dispositivo marca la funcionalidad de la lectura: el libro electrónico se utiliza para la lectura literaria de libros, como experiencia individual y profunda mientras que la incorporación de los primeros iPads a la experimentación (2010) supuso un hallazgo en cuanto a las prácticas de combinación de la lectura con la comunicación y lo multimedia.

Los libros electrónicos se están implantando con fuerza entre los lectores frecuentes urbanos, quienes declaran haber experimentado un incremento de la frecuencia y cantidad de libros leídos como consecuencia de la posibilidad de usar con comodidad esos aparatos en los desplazamientos y en los «ratos libres».

Muchos de los lectores que eran usuarios habituales de las bibliotecas públicas han abandonado el servicio de préstamo, al menos, en beneficio del uso de los dispositivos de lectura.

En términos generales los lectores alternan el soporte impreso y el digital en función de la finalidad de la lectura.

Disponemos de los datos de una encuesta del 2014 sobre la lectura en dispositivos móviles (Conecta Research 2014), que señala que los teléfonos son el «instrumento ubicuo de lectura» y, junto al libro electrónico, es protagonista de la lectura en el transporte público (el 22 por ciento lo usa), tal y como la investigación del 2011, anteriormente citada, ya mostraba.

Todavía más interesante es la confirmación de que los lectores digitales leen en un mayor número de lugares que los lectores en soporte impreso, confirmando lo que llamábamos la «colonización de espacios y tiempos por parte de la lectura».

La difusión de los dispositivos móviles es tan fuerte en España que durante la presentación del Global Web Index en Readmagine 2016, se ha comunicado que nuestro país es líder mundial en consumo de libros electrónicos y tabletas. Estos datos los convierten en un factor relevante para el futuro de la lectura digital.

Los resultados de esa investigación nos hablan de un perfil de lector digital algo diferente al genérico: todavía más urbano y universitario, así como menos escorado hacia la primera juventud (se concentra en la franja de 25 a 34 años) y hacia la prevalencia femenina (prácticamente la proporción es la misma).

Leer nos permite decir, con Borges, «que otros se enorgullezcan por lo que han escrito, yo me enorgullezco por lo que he leído». ¿Viviré más?

Flor Carrillo Barroso. Documentalista de Promoción de la Salud

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