miércoles, 27 de mayo de 2020

Visitas en los hospitales durante el coronavirus

Como enfermera en la Comunidad de Madrid, con una larga experiencia de más de 25 años, nunca había vivido esta situación de epidemia, de lidiar con una enfermedad desconocida y con el desbordamiento de los recursos habituales ante el grandísimo número de personas afectadas.

Día a día, ha sido un reto para todos los profesionales: íbamos conociendo más sus características, signos y síntomas asociados, íbamos sabiendo cómo atenderlos y cuidarlos mejor, íbamos mejorando nuestros circuitos limpios y contaminados, íbamos mejorando la protección adecuada … y, a la vez, adaptándonos a todo el cambio de organización que ha habido en la asistencia sanitaria.

Uno de los grandes cambios fue el suspender las visitas a los pacientes.  Fue una decisión generalizada en todos los hospitales y quizás necesaria en ese momento teniendo en cuenta la gravedad de la epidemia, y, así, evitar los contactos de riesgo y optimizar el uso de equipos de protección.
Pero ahora que estamos en una nueva fase de desescalada, que las instituciones sanitarias se van organizando y los recursos empiezan a ajustarse mejor a la demanda actual, pienso que es hora de retomar ese derecho fundamental de los pacientes: recibir compañía de sus seres queridos.

Desde mi experiencia profesional, creo firmemente que los cuidados de enfermería son determinantes en el pronóstico de los pacientes. Esos cuidados, basados en la fisiopatología de cada enfermedad, en los tratamientos que se reciben y en el seguimiento del paciente, determinan en la gran mayoría de las veces la evolución, el confort y la adecuada resolución de la enfermedad. 

Una parte fundamental de esos cuidados es conseguir que el paciente venza el miedo que produce la enfermedad, que luche y que su estado anímico favorezca al sistema inmunológico. 

Al igual que con los neonatos prematuros, se estudió y se demostró científicamente que el contacto piel con piel con los padres era igual de beneficioso para el pronóstico que otros cuidados intensivos medicalizados. 

Aunque los profesionales intentaban suplir esa falta de los seres queridos y anotaban su nombre en el gorro o la bata para ser identificados, facilitaban las llamadas, informaban por teléfono y los acompañaban en la medida de lo posible, no es suficiente.

Me gustaría hacer un llamamiento para recuperar el derecho de los pacientes ingresados por coronavirus o no y sus familiares a recibir al menos una visita al día que les infunda esa parte de ánimo, de esperanza y de atenciones que sólo pueden dar los seres queridos. 

Humanicemos también la epidemia.


Elena Revilla Trujillo. R2 Enfermería Familiar y Comunitaria 

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