El
1 de octubre se conmemora la 26ª
celebración del Día Internacional de las Personas de Edad, en el que se viene a
recordar la necesidad de que “tomemos todos partido contra la discriminación
por edad”. La discriminación por edad sigue
vigente en todo un conjunto de conductas, decisiones y acciones de gran impacto
negativo en la vida de las personas mayores.
La Organización Mundial de la Salud nos recuerda que la discriminación es
uno de los prejuicios más normalizado socialmente. Contribuyen a ello los medios
de comunicación cuando retratan a personas de edad avanzada como senile "seniles" y doddering "chochos" en la
televisión. Cuando los gestores, inconscientemente o activamente, priorizan políticas
contrarias a los intereses de las sociedades envejecidas. Cuando los sanitarios
aplican una actitud más "relajada" en la prevención si se trata de
una persona mayor o utiliza las pautas
para más jóvenes
La consecuencia social es aislamiento y marginación. En el ámbito de la salud,
no es menos contundente: estudios recientes revelan que las personas mayores
que tienen actitudes negativas hacia el envejecimiento viven 7,5 años menos y tienen
peor recuperación de la discapacidad y la enfermedad, sienten sus vidas menos
valiosas y propenden a sentirse una carga.
Marco
institucional
En 2002, la Asamblea General de las Naciones Unidas
aprobó la Declaración Política y el Plan de Acción Internacional de Madrid sobre el Envejecimiento. En sus
recomendaciones, se reconocen tres prioridades para la acción: las personas
mayores y el desarrollo; el fomento de la salud y el bienestar en la vejez y la
creación de un entorno propicio y favorable para las personas mayores.
Cuestiones clave en 2016 son el bienestar durante toda la
vida; garantizar el acceso equitativo a la atención sanitaria, a la salud
mental, a la discapacidad, a los cuidadores; además de prevenir la negligencia,
la violencia y el maltrato contra las personas mayores y preservar el derecho a
envejecer en la comunidad donde se ha vivido.
El Informe Mundial ante la discriminación por edad
El Informe Mundial sobre el Envejecimiento y la Salud nos recuerda la revolución demográfica en que estamos,
con 600 millones de personas de 60 años y más en todo el mundo. Duplicada en
2025 y de cerca de 2 billones en el 2050. Sin embargo, investigaciones recientes sitúan la
discriminación por motivos de edad como forma más generalizada que el sexismo o
el racismo. Existe evidencia de que provoca menores niveles de autonomía, menor
productividad y mayor estrés cardiovascular. Las imágenes negativas pueden
convertirse en realidad, lo que refuerza la pasividad y el deterioro que se
produce al consolidar esas ideas. Las actitudes negativas se infiltran también
en los centros de salud y la asistencia social, basándose en el deterioro
biológico y asociándose inconscientemente al cognitivo.
Estereotipos sobre la edad en nuestro entorno
Estudios en España y países de nuestro entorno constatan su
existencia (Palmore, Nelson), no sólo en la población general y en jóvenes
sino en las propias personas mayores y,
más específicamente, en sus cuidadores
(Rocío Fernández-Ballesteros, 2011).
Más del 60% de la población considera a las personas
mayores: con poca salud, «son irritables»,
“rígidas e inflexibles”, “menos activas” “dependientes de los demás”, “de frágil
memoria”, que “son como niños”,
que “los defectos se agudizan con
la edad”. Y para más de un 50% de la población, los mayores de 65 años: son “seniles”, “peores en el trabajo”, “peores que los más jóvenes resolviendo problemas”. En esta creencia no hay
diferencias significativas por edad, sexo y nivel de educación. Si bien, ha disminuido en los últimos años. El
resultado es una percepción también negativa de las personas mayores sobre sí
mismas.
Sin embargo, estudios relevantes, entre ellos Elea (Imserso, 2006), ponen de relieve que: el 100% de las mujeres
mayores y el 99,8% de los hombres mayores realizan un trabajo productivo no
remunerado con un promedio de 6,9
horas diarias (7,7 horas las mujeres y 4,7 horas los hombres). Si
extrapolásemos esos datos al total de la población mayor no dependiente e
hiciéramos una valoración económica resultaría que su contribución al PIB sería
significativa.
Distribución porcentual de las horas totales por semana
dedicadas a ayuda otros hogares por personas de 65 y más
![]() |
Ministerio de Sanidad, Política Social e Igualdad. IMSERSO. Envejecimiento activo. Libro Blanco. Madrid, 2011 |
Recomendaciones frente a la discriminación por edad
En los medios de
comunicación:
- Procurar una visión equilibrada del envejecimiento, moderando los informes sensacionalistas sobre las personas mayores.
En la atención sanitaria
- Evitar las concepciones negativas sobre el grupo de edad ya que, incluso inconscientemente, generan conductas automáticas equivalentes y de posible rebaja en la prestación de cuidados.
- Procurar utilizar “etiquetas neutras” en la relación profesional, evitando las que evocan el aspecto más negativo del estereotipo: “anciano”, “abuelo”, “viejo”.
- La denominación “mayor” es la mejor aceptada (estudio Enreve. IMSERSO, 2006).
En la sociedad
- Utilizar siempre la vía activa, que es la del envejecimiento, donde nos encontramos todos, que supone “expectativas y vitalidad”.
- Evitar la vía pasiva, que es la de la vejez, donde sólo se encuentran las personas de edad, que supone “estado irreversible y altamente negativo (Imserso/CIMOP).
Con carácter general
- Legislar contra la discriminación por motivos de edad.
José Antonio Pinto. Área del
Envejecimiento. Salud Pública.
Grandes vecinos
Grandes vecinos
- Experiencia “Grandes Vecinos”
- Conecta a personas mayores con voluntarios que viven cerca de ellos, poniendo a las personas mayores en el centro del barrio, favoreciendo la participación ciudadana, la ayuda mutua y la promoción de la salud.
- El servicio se ofrece a personas mayores y es una llamada a colaborar a cualquier persona que quiera participar como voluntario.
- La Red de Centros de Mayores de la Comunidad de Madrid tiene como objetivo la promoción del envejecimiento activo y la prevención de la dependencia mediante la convivencia, el apoyo a la integración y el fomento de la participación.
- Están dirigidos a personas mayores que aun conviven en su entorno comunitario habitual y en ellos se organizan actividades culturales, artísticas, programas de actividad física, de ocio y tiempo libre.
- El acceso es libre y directo para las personas mayores que vivan en la zona de referencia de cada centro, facilitándoles un carnet de socio o socia. Esta red, compuesta por 30 centros, depende de la Agencia Madrileña de Atención Social (Consejería de Políticas Sociales y Familia).
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