Continuamos esta serie de resúmenes de los webinar, realizados en el marco del proyecto “Mujeres que se cuidan también en tiempos de COVID19” durante los meses de noviembre y diciembre del 2020, con dos entradas que recogen lo expuesto en el conversatorio web Promoción de la salud y el buentrato en tiempos de COVID-19 entre dos ponentes invitadas: Paloma Andrés Domingo (ginecóloga en el Ayto. de Madrid en el programa de Salud Sexual y Reproductiva) y Raquel Millán Susinos (trabajadora social de Atención Primaria realizado el 30 de noviembre del 2020. El contenido íntegro del conversatorio se puede visualizar pinchando en este enlace.
La primera pregunta de este conversatorio nos hizo
reflexionar acerca de qué hablamos cuando nos referimos
al buentrato y de lo que significa mirar el mundo con esta idea.
Intentaré
plasmar a continuación algunas de las ideas que nos expusieron las ponentes sobre
esta cuestión.
La
primera ponente, Raquel Millán, planteó cómo, por lo general, las
personas aprendemos a resolver los conflictos, las dificultades y las
diferencias desde la imposición, la agresividad y la violencia, no existiendo
un discurso social naturalizado y normalizado que hable de querernos bien, de
pensar en nosotras y nosotros mismos, y de relacionarnos desde el amor y la
compasión con nosotras/os mismas/os y con el entorno.
En
nuestra vida social, la existencia o no de relaciones, en sus distintos
tipos e intensidades, pueden ser determinantes para que las personas nos
situemos en una zona de integración, de vulnerabilidad o de exclusión social
siendo las redes sociales, familiares, vecinales y comunitarias un factor de
protección frente al aislamiento y exclusión. El buentrato iría en línea
de fortalecer y humanizar estas redes y de proponer una mirada de cuidados
hacia las personas, especialmente a las más vulnerables.
Reflexionar
sobre el concepto de buen trato es muy importante y consiste en:
- Tenerse en cuenta y priorizarse, posibilitando espacios para ello, es aprender a cuidar nuestro cuerpo y decidir con quién, cómo y cuándo lo compartimos (sobre todo el cuerpo de las mujeres, que se sigue tratando como un objeto para disfrute de otros o para satisfacción de necesidades ajenas).
- Evitar
la escisión entre el cuerpo y la mente,
entre lo personal y lo relacional e implicaría cuestionar esta escisión, así
como
- Cuestionar
los roles tradicionales asignados
a las mujeres y a los hombres que nos colocan, sobre todo a las mujeres, en
relaciones desiguales de poder
- Negociar
las relaciones afectivas
en lugar de ceder por miedo o por evitar conflictos
- Cuestionar
la imposición del silencio
dado que muchas veces no protege a quien debe.
- Reconocer
que las personas podemos ser muy similares en cuanto a necesidades básicas pero únicas en la
forma de poder satisfacerlas.
En el ámbito macro, desde el mes de marzo y por circunstancias de la actual pandemia COVID19, se ha ido imponiendo sobre la salud una mirada muy biologicista siendo prioritaria la lucha contra el virus y los contagios. Pero cuando hablamos de salud integral también tienen su lugar lo relacional, lo social y lo emocional.
En estos
meses hemos observado una pérdida de relaciones nutritivas y afectivas
con el entorno, con las personas y con la naturaleza, que no ha favorecido el
bienestar ni ese buentrato con una misma y con el entorno.
Se han
cerrado espacios
para mayores, para personas adultas, para jóvenes, para menores, comedores
sociales, etc. Espacios donde se generaban relaciones, disfrutábamos y compartíamos
y nos desahogábamos. Entornos determinantes para que las personas podamos
establecer relaciones de bienestar que ayuden al cuidado mutuo.
La segunda ponente, Paloma de Andrés,
nos planteó
que para hablar del buentrato tenemos que hablar del maltrato. Existe la
palabra maltrato porque tiene contenido, mientras que el verbo “bientratar”
no existe por lo que hay que dotarlo de significado. El buentrato por tanto
sería lo opuesto al maltrato
El
maltrato habría que verlo a varios niveles:
A
nivel estructural, vivimos
en una sociedad maltratante con estructuras y relaciones jerárquicas, que son
relaciones de maltrato: unos tienen unos intereses y los imponen y otros asumen
y obedecen.
Y así, en
nuestro proceso de socialización, adquirimos esas estructuras, las hacemos
nuestras y nos maltratamos muchas veces de forma inconsciente. Y, como yo me
humillo y me desvalorizo, hago lo mismo con los demás (en la pareja, la
familia, el trabajo, los programas de televisión, etc.).
El
maltrato está normalizado,
no lo vemos, pero está presente y afecta a la salud, nos enferma. Si no somos
capaces de visibilizar la causa, sólo estaremos paliando los efectos. Para
deconstruir el maltrato debemos construir el buentrato desde lo personal,
pasando a lo relacional y alcanzando el espacio social.
El
buentrato, según palabras de Fina Sanz, sería una
expresión de respeto y amor, que se manifiesta como un deseo de vivir en paz,
en armonía, en equilibrio y de desarrollarnos todos y todas los seres humanos
en bienestar, salud y gozo. Implica una forma de colocarnos en el mundo
poniendo nuestra energía y nuestra intención en el bienestar y en la felicidad
propia y del mundo que nos rodea. La práctica del buentrato genera salud y
felicidad.
Así, el buentrato está directamente relacionado con la palabra amor. No con el amor romántico, sino con el amor como sentimiento universal que nos humaniza o es inherente a los seres humanos: como esa capacidad de abrirnos al mundo y sentirnos parte de él, de fusionarnos con el resto, de conmovernos frente a la belleza.
Es una energía
que promueve a la humanidad a salir al mundo, a investigar, a aprender, a
buscar. No somos humanos si no somos comunitarios. Necesitamos de esa
interdependencia (no dependencia), poder expresar este sentimiento amoroso,
buscar la felicidad de otros y otras y transformar la sociedad en que vivimos
para fomentar la solidaridad, la compasión para ver el sufrimiento ajeno y
promover la ayuda mutua observando las necesidades ajenas.
Durante la pandemia hemos visto crecer semillas de buentrato (como hacer la compra a personas vulnerables, despensas solidarias, voluntariado para dependientes o personas mayores que vivían solas…), merece la pena regar estas semillas fomentando valores de respeto.
![]() |
¿Qué os parece este concepto? Propondría continuar
en unos días con la segunda parte del conversatorio.
(El presente artículo es una transcripción natural
del contenido del conversatorio, no coincidiendo necesariamente con el punto de
vista de las ponentes).
Lola Martos Morillo
MIR
Medicina Preventiva y Salud Pública
Rotante
en la Subdirección de Promoción de la Salud, Área de la Mujer
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Deja tu comentario